Dado que La primavera del mundo fue publicado a principios de 2023 (es decir, pocos meses después de los sucesos descritos en el capítulo anterior) no debería sorprendernos su tono, descaradamente optimista. El libro de Oliveira, sin dejar de ser objetivo, exuda aliento épico: los ciudadanos del mundo, dejando a un lado sus diferencias, logran imponerse a los poderes fácticos e instaurar un nuevo tipo de democracia…

Su idealismo se expresa claramente en su última frase:

«Hemos recorrido un largo camino desde 2019, pero ahora (al fin) el poder está en nuestras manos, lo que suceda de aquí en adelante dependerá de nosotros».

Sin embargo (aunque el contexto mundial de la época parecía darle la razón), en la práctica el poder de las REC no llegó a durar dos años. Un evento local de consecuencias globales («el Incidente de 2024») condujo a una redistribución del poder, tanto a nivel político como económico, que determinaría el resto del siglo.

Existen muchas teorías que explican lo ocurrido. Y si bien ninguna de ellas ha podido confirmarse, hay una que (desde mi punto de vista) sobresale como la más verosímil.

En este capítulo explicaré los eventos que condujeron al «Incidente», y los motivos que considero más apropiados para explicar su resolución.

 

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Ágora, imagen de entorno, principios de 2023. Fotografía realizada por Alex Knight y publicada en Unsplash.

 

07.1_ Ciberataques

Desde el momento en que Ágora pasó a manos de las REC, el entorno se vio expuesto a cientos de ataques externos. Algunos provinieron de la empresa que lo había diseñado (lo cual es entendible), pero la mayoría partieron supuestamente de ciudadanos indignados; víctimas indirectas de la crisis económica provocada por las REC.

Sin embargo, si he recalcado su condición de supuesto es porque existe otra explicación. Una que, tras analizar los documentos de la época, me resulta más convincente.

A comienzos de 2023 hacía al menos dos décadas que las principales potencias de la época contaban con cibercomandos; es decir, con escuadrones de hackers que actuaban a las órdenes de sus gobiernos. Y una de las estrategias más comunes de los cibercomandos era endilgarles sus acciones a hackers civiles. Como ejemplos podría citar Estonia, en abril de 2007; Georgia, en agosto de 2008; o Estados Unidos, en julio de 2009.

Claro que la pregunta que surge a continuación es la siguiente: si esos cibercomandos eran tan buenos, ¿cómo es posible que no hayan logrado vencer las defensas de las REC? Porque lo cierto es que, hasta el Incidente de 2024, tanto Ágora como las REC permanecieron incólumes.

La pregunta puede ser enfocada de maneras distintas y, por desgracia, la información de la que disponemos hoy en día no resulta suficiente para dar una respuesta precisa.

Si aceptamos como plausible que algunos de los desarrolladores de Ágora participaron activamente en las REC (o incluso que redactaron La construcción de la realidad) podríamos asumir que la defensa del entorno jugaba con cierta ventaja.

Pero si he hecho todas estas afirmaciones en condicional es porque ningún documento al que he tenido acceso es capaz de avalarlo o desmentirlo.

 

07.2_ El rol de los hacktivistas

Otro de los motivos por los que resulta difícil saber qué ocurrió es que el «clima de inseguridad» que se vivía dentro de las REC beneficiaba a los hacktivistas. (De hecho, la expresión «clima de inseguridad» es empleada literalmente en muchos de los libros que, tras el éxito de La primavera del mundo, intentaron analizar el fenómeno).

¿Y por qué les convenía? Porque al tiempo que defendían las REC, los hacktivistas empezaron a exigirles a sus asambleas que secundaran sus acciones… Unas acciones de carácter global, más cercanas a las llevadas a cabo en 2022 que al empoderamiento paulatino previsto por las REC.

Entre sus propuestas se contaron, por poner un par de ejemplos, exponer públicamente las bases de datos de ciertos organismos internacionales para denunciar sus abusos de poder, o apoyar la insurgencia contra regímenes totalitarios atacando sus páginas oficiales.

Los libros publicados aquel año muestran que, en casi todas las asambleas, se produjeron procesos similares: los argumentos hacktivistas fueron escuchados sin demasiada atención por el resto de usuarios, pero sin oposición explícita, y luego fueron aprobados a ciegas. Y si bien eso podía deberse a su maniqueísmo, que sin duda era atractivo, lo más probable es que se debiera a los rumores sobre los «fallos de seguridad» sufridos por aquellas ágoras que no los habían apoyado.

 

07.3_ Hacktivistas versus ciberactivistas

La mayoría de los usuarios de las REC —que analizaban el asunto desde una perspectiva informática— estaban convencidos de que los hacktivistas no los necesitaban… Sin embargo, es probable que los hacktivistas dependieran de las REC tanto o más de lo que las REC dependían de ellos. Las necesitaban para camuflarse.

Al ratificar sus acciones en las asambleas —y basarlas en los votos de sus usuarios— no solo las estaban convirtiendo en cómplices, sino que estaban protegiendo su propia red. La red independiente y globalizada de la que partían sus propuestas.

Con el tiempo, la prepotencia de los hacktivistas derivó en infinidad de pequeños conflictos con los informáticos ciberactivistas que participaban en las REC. Sin embargo, esos conflictos no dispusieron de tiempo para aumentar de escala.

 

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Ágora, imagen de entorno, 2023. Fotografía realizada por Benjamin Hung y publicada en Unsplash.

 

07.4_ Agencias calificadoras de riesgo

Aunque hasta ahora he puesto el foco en los ciberataques, a finales de 2023, la principal preocupación de las REC eran los mercados. O, para ser más preciso: los ataques de las agencias calificadoras de riesgo contra las ciudades que gobernaban las REC.

En el fondo no era más que otra vuelta de tuerca a la constante lucha de poder entre economía y política. En las democracias occidentales del siglo XX, los poderes económicos no habían tenido inconveniente en influir en la política a través de la financiación de los partidos, los grupos de presión y el traspaso de altos cargos entre las instituciones públicas y privadas. Pero entonces surgieron las REC y patearon el tablero.

A finales de 2023, más de la mitad de las ciudades de Europa y América ya estaban siendo gobernadas por representantes de las REC o iban camino de estarlo; así que los poderes económicos tuvieron que buscar una nueva forma de ejercer su influencia. Y, evidentemente, su primera opción fue el crédito.

Los mercados hicieron que las primas de riesgo de los países en los que las REC se habían impuesto se dispararan cientos de puntos. Según las agencias, la inestabilidad propia de un régimen de democracia asamblearia generaba inseguridad jurídica, lo que hacía que cualquier emisión de deuda pública se convirtiera en una soga al cuello. Si no hacían algo al respecto, en menos de una década este tipo de medidas asfixiaría la economía local o, en el mejor de los casos, ataría de pies y manos a sus representantes.

Debido a esto, la mayor parte de los debates (y esfuerzos) de las REC, a lo largo de 2023, se centraron en la instauración de un nuevo sistema financiero.

 

07.5_ Foros de debate

Llegar a propuestas concretas en un tema tan abstracto resultó terriblemente complejo.

Para empezar, por la fuerza de las instituciones a las que se oponían. Por mucho poder político que estuviesen adquiriendo las REC, aún carecían de la masa crítica necesaria para hacerles frente.

En segundo lugar, por lo especializado del tema. Los tecnicismos que acarreaba cualquier cambio normativo estaban muy por encima de la capacidad de debate de las asambleas. Afortunadamente, este problema fue resuelto generando una dinámica wiki (es decir, instaurando foros de debate globales e independientes) en los que tanto los expertos como las personas interesadas pudieran explorar en detalle (y basándose en textos) las diversas propuestas.

Por último, resultó complejo porque la única forma de hacer frente (desde la política) a un sistema económico global era tomando decisiones globales… y las REC aún no habían llegado a ese nivel.

 

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Ágora, imagen aérea, 2023. Fotografía realizada por Benjamin Hung y publicada en Unsplash.

 

07.6_ Contramedidas

Con todo, el bálsamo provisional contra el ataque de las agencias ya había sido previsto por La construcción de la realidad (y, de hecho, había sido probado con éxito el año anterior): organizar boicots económicos a gran escala.

Los hacktivistas investigaron qué empresas y organizaciones estaban atacándolos con mayor saña y las REC programaron contra ellas acciones de boicot…; contra ellas y contra las agencias de calificación de riesgo, con las que todas las ciudades gobernadas por las REC cortaron sus contratos.

A esas alturas, su coordinación internacional era muy sólida (más, incluso, que el año anterior), lo cual provocó un fenómeno muy interesante.

Dado que la estrategia de las REC fue centrar sus acciones sobre actores concretos, ninguna empresa u organización quiso sobresalir sobre el resto (por temor al contragolpe), y esa decisión, sin ser coordinada, llevó a que los ataques a las REC se «suavizaran» naturalmente.

Por una vez, al menos, «la mano invisible del mercado» había funcionado.

 

07.7_ Algunas aclaraciones sobre el concepto «mercados»

De lo que acabo de exponer se desprende una idea sobre la que me gustaría incidir, dado que se encuentra en obvio contraste con nuestra situación actual:

Los mercados de principios de siglo no eran más que un conjunto de gente velando por su interés. Los unía la codicia, sin duda, pero no existen pruebas que nos permitan afirmar que actuaban de manera coordinada; al menos, no todo el tiempo ni de la forma en que lo hace la Alianza a día de hoy.

Si la Alianza regula sus decisiones en base a estrategias prospectivas y al cálculo de posibilidades (y asumiendo en todo momento su condición de actor unitario), los actores de entonces asumían el riesgo de una forma más «lúdica».

Quizás el símil más claro para entender sus acciones es verlos como un grupo de personas (ya fueran físicas o jurídicas) convencidas de que el mundo era un casino y de que los únicos efectos reales de sus acciones eran las pérdidas o beneficios que pudieran obtener.

En ese sentido, Norman Bradley estaba más cerca de la verdad de lo que se pensaba por entonces: la deslocalización había permitido que los mercados no tuviesen contacto directo con las consecuencias de sus acciones, lo cual había eliminado su dimensión moral o, al menos, la había reducido hasta un límite tolerable.

Es probable que mucha de la gente que participaba en aquel «juego» también haya participado en las REC. No como infiltrados (que los hubo), sino como ciudadanos comprometidos; convencidos de que no había incoherencia alguna entre ambas actividades, o asumiendo el humano derecho a ser incoherente.

Eso explicaría, desde otra perspectiva, por qué cuando las REC se defendieron los mercados tardaron tan poco en cambiar de estrategia. Sabían (como sabe cualquier jugador) que el juego más beneficioso es aquel en el que uno pauta las reglas (más aún si puede cambiarlas sobre la marcha). Sin embargo, al verse amenazados por otro participante, no tardaron en comprender que lo primordial en cualquier juego es seguir jugando.

 

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Ágora, imagen de entorno, principios de 2024. Fotografía realizada por Benjamin Hung y publicada en Unsplash.

 

07.8_ La situación de Irán

Inmersas como estaban en este tipo de debates (y en los conflictos entre hactivistas y ciberactivistas), las REC apenas prestaron atención a lo que ocurría en Irán.

En junio de 2024 se cumplieron quince años del inicio de la Revolución Verde: la revuelta fallida contra el régimen de los ayatolás que, de forma indirecta, había inspirado la Primavera Árabe.

No es que durante todo ese tiempo la situación de Irán hubiese pasado desapercibida. De hecho, la escalada y distensión del conflicto entre la potencia chií y las potencias occidentales fue una constante de la década del diez.

A principios de 2012 (un año electoral tanto en Irán como en Estados Unidos), la sospecha (por parte de este último y de Israel) de que el régimen estaba desarrollando armamento nuclear había estado a punto de desatar un conflicto bélico.

Luego, en 2015, Estados Unidos procuró un acercamiento diplomático que el año siguiente se extendió a los países europeos.

Sin embargo, no pasaron ni tres años antes que el siguiente presidente de Estados Unidos deshiciera el acuerdo, tensando una vez más las relaciones…

 

07.9_ La segunda Revolución Verde

Así estaban las cosas cuando, a mediados de mayo de 2024, el régimen advirtió que no toleraría manifestaciones de ningún tipo en el decimoquinto aniversario de la Revolución Verde. Lo dijo en un contexto religioso y de forma velada, pero la amenaza estaba allí.

En Irán, obviamente, no se habían implantado las REC, pero eso no significaba que no se conocieran… ni que sus ciudadanos hubieran descartado celebrar el aniversario.

La mayoría de los jóvenes iraníes contaban con un alto nivel educativo, por lo que poseían herramientas suficientes para eludir, al menos en parte, los sistemas de censura. El problema fue que, al no tener acceso a Ágora, tuvieron que coordinarse a través de redes sociales controladas desde hacía años por cibercomandos del gobierno.

Tal como se había advertido, la represión de las movilizaciones fue salvaje. A las decenas de muertos y heridos de las primeras horas se sumaron cientos de detenciones en los días siguientes, y la cancelación tanto de internet como de las redes de telefonía móvil. Fue entonces cuando intervinieron los hacktivistas.

 

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Ágora, imagen aérea, 2024. Fotografía realizada por Denys Nevozhai y publicada en Unsplash.

 

07.10_ Contraataque

Su primera acción (que ni siquiera pasó por las REC) consistió en proveer a los manifestantes de un acceso externo a internet. Debido a la respuesta de los cibercomandos iraníes, el alcance de la maniobra fue restringido,  sin embargo, logró brindarles la independencia suficiente para que pudieran enfrentarse a las fuerzas de seguridad.

La siguiente etapa en el plan hacktivista suponía pasar a la ofensiva, pero para hacerlo dependían de la cobertura de las REC.

La estrategia que presentaron en las asambleas era similar a la de la Operación Túnez: un ataque de tipo DDOS contra las páginas y sitios oficiales del gobierno iraní; la diferencia, aclararon, era que en esa ocasión iban a tener que enfrentarse a cibercomandos especializados. En ese sentido fueron claros: si los cibercomandos lograban vincularlos a los ataques, lo más probable era que respondieran atacando a las REC.

Aun sabiéndolo, el apoyo de las asambleas fue casi unánime; no por temor a sus represalias, sino porque sus usuarios estaban convencidos de que era lo correcto. Los videos tomados por los manifestantes (los pocos que habían sorteado la censura) se habían hecho virales en cuestión de horas. Y resultaba difícil quedar impasible ante semejante represión.

 

07.11_ Operación Irán Verde

La operación comenzó al mediodía (hora de Irán) del treinta de junio de 2024 y, durante las primeras horas, el ataque distribuido de denegación de servicio dio resultado.

La mayoría de los sitios web del gobierno iraní colapsaron, en especial sus sistemas de comunicación, y dado que los manifestantes ya contaban con un acceso externo a internet el ataque les brindó una ventaja táctica.

Pero la ventaja apenas duró veinte horas. El primero de julio los cibercomandos iraníes habían vuelto a coordinarse y lanzaron su contraofensiva.

El ataque a las REC fue mucho más potente de lo esperado. Nunca se ha podido probar (como la mayor parte de los hechos relativos al Incidente), pero existen sospechas (bastante) fundadas de que cibercomandos chinos y rusos se sumaron al ataque iraní.

Entre los informáticos solía decirse que, si las REC habían sobrevivido a los ataques de 2023, había sido, en gran medida, porque ninguna de esas dos potencias había querido atacarlas. Lo cual tiene sentido si pensamos que —dado que las REC habían sido prohibidas dentro de sus territorios— su auge en occidente las beneficiaba a nivel estratégico. De ser así, es lógico pensar que el ataque de las REC a una potencia aliada podría haberlas hecho cambiar de postura.

 

07.12_ Ciberguerra

En la tarde europea del primero de julio los milenaristas empezaron a temer que Ágora cayera. Aunque era viernes, sus usuarios se conectaron de forma masiva: en la mayoría de sus asambleas se planificaron estrategias inútiles, al tiempo que aguardaban, resignados, la «muerte» de sus avatares.

Pero entonces cambiaron las tornas: los hacktivistas respondieron a los ataques con fuerzas renovadas y a medianoche el conflicto se había igualado.

¿Qué ocurrió en aquellas horas?

Una vez más, es imposible afirmarlo a ciencia cierta. Me inclino a pensar, como la mayoría de los historiadores, que en la tarde del primero de julio de 2023 comenzó la primera ciberguerra a escala global.

Del mismo modo en que resulta plausible que China y Rusia hayan apoyado a Irán, es muy probable que Estados Unidos, Israel y Francia hayan apoyado a las REC. No por las REC en sí, sino por la posibilidad real de derrocar al régimen de los ayatolás.

 

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Ágora, imagen de entorno, mediados de mayo de 2024. Fotografía realizada por Benjamin Hung y publicada en Unsplash.

 

 07.13_ Inestabilidad de la crisis

El dos de julio la lucha se enardeció y el aumento del conflicto en el mundo virtual tuvo su correlato en el mundo físico.

Si hasta entonces la represión en Teherán había sido policial (aunque la separación entre policía y ejército nunca hubiera estado clara), en la mañana de aquel sábado el ejército desplegó sus tropas. En respuesta, los hacktivistas (o alguno de sus colaboradores) atacaron los sitios web del ejército iraní.

En estrategia militar, el concepto «inestabilidad de la crisis» hace referencia a que, en una coyuntura de aumento de hostilidades, ciertos prejuicios previos o ciertas acciones tomadas por un bando pueden hacer que el otro decida actuar de forma más agresiva… Y eso, precisamente, fue lo que ocurrió.

Cualquiera que conociese el concepto (y seguro que en las REC muchos lo conocían), habría comprendido que, para entonces, la «inestabilidad de la crisis» estaba llegando a un nivel peligroso. Sin embargo, el riesgo al que habían estado expuestas las REC hacía apenas unas horas y la posibilidad de perder a sus avatares, hizo que, para la mayoría de sus usuarios, el conflicto se convirtiera en algo personal. Algo que estaban dispuestos a llevar hasta sus últimas consecuencias.

 

07.14_ Desde el otro lado

Veamos por un instante los hechos desde la perspectiva del régimen iraní.

En 2012, un medio occidental había revelado que Estados Unidos e Israel, actuando de forma conjunta, habían estado realizado ciberataques contra Irán desde 2006.

En 2008, uno de esos ataques llegó a desactivar mil centrifugadoras de la central de Natanz, una de las principales enriquecedoras de uranio del país. El caso salió a la luz porque el virus con el que infectaron las centrifugadoras pasó por error a la red, dos años más tarde, infectando a miles de ordenadores.

Teniendo en cuenta esos antecedentes, no es descabellado suponer (o, al menos, suponer que el régimen supuso) que Estados Unidos e Israel estaban participando en los ciberataques de 2024.

Si aceptamos eso, entenderemos por qué aquel día el conflicto dejó de ser un problema interno para convertirse en una guerra no declarada contra sus enemigos históricos. Para colmo, los supuestos ataques hacktivistas del dos de julio se estaban centrando en los sistemas militares, lo que disparó sus alarmas.

 

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Ágora, imagen de entorno, 29 de junio de 2024 (horas antes del inicio de un de las asambleas en las que se aprobaría la Operación Irán Verde). Fotografía realizada por Erik Eastman y publicada en Unsplash.

 

07.15_ El dominio de la escalada

Cuando el Líder Supremo de Irán se dirigió a su pueblo, a las siete de la tarde (hora local) del dos de julio de 2024, los que se esperaba en occidente era que hablara de la Segunda Revolución Verde. Sin embargo, su discurso fue muy distinto.

Dijo que estaban siendo atacados por fuerzas occidentales, le recriminó a su pueblo haberse dejado manipular por los infieles y advirtió al resto del mundo de que, en respuesta a los intentos de intromisión en sus sistemas de misiles, los cohetes de mediano y largo alcance habían sido puestos en estado de alerta. Por último, exigió el cese inmediato de las hostilidades. En caso contrario, dijo, el país se vería obligado a emplear su arsenal.

Era la primera vez que Irán admitía poseer armas nucleares y, como es lógico, las palabras de su Líder Supremo nos desconcertaron a todos. En especial a los hacktivistas.

Existen pruebas bastante convincentes de que sus acciones se redujeron de inmediato. Ellos también se sintieron manipulados por intereses ajenos, así que limitaron su actividad a la defensa de las REC. Como es lógico, esperaban nuevos ataques iraníes; ataques que nunca llegaron.

Por su parte, los sistemas diplomáticos de medio mundo se pusieron a trabajar de inmediato para devolver las aguas a su cauce…, al tiempo que las fuerzas armadas estadounidenses fueron puestas en alerta máxima y que su Secretario de Estado negó cualquier relación con las acciones de las REC. Incluso llegó a asegurar que se estudiarían acciones legales contra los responsables de Ágora. Claro que, en aquel momento, la atención de los medios estaba en otra parte.

Con el discurso de su Líder Supremo, Irán había pretendido hacerse con el «dominio de la escalada». Dicho de otra forma: había aumentado su apuesta ofensiva de forma abrumadora con la intención de intimidar a sus oponentes… El problema fue que uno de sus oponentes no estuvo dispuesto a dejarse intimidar.

 

07.16_ La respuesta de Israel

Israel no solo era el objetivo primordial de un posible ataque iraní, también era su mayor enemigo; y su política siempre había sido responder a cualquier ataque con un ataque mayor.

Por ese motivo, a nadie le sorprendió que, menos de una hora después del mensaje de Irán, compadeciese el Primer Ministro israelí para decir que su pueblo no toleraría amenazas y que, llegado el caso, respondería a cualquier ataque con todas las fuerzas que tuviera a su disposición.

Con esa frase dejaba entrever dos cosas: en primer lugar, que también poseía armas nucleares (algo que era vox populi a nivel internacional, pero que Israel nunca había confirmado) y en segundo término, que se sometía a la doctrina del «no first use», es decir, que no emplearía armas nucleares contra Irán a menos que Irán atacase primero.

 

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Ágora, imagen de entorno, vigilia del 2 al 3 de julio de 2024. Fotografía realizada por Tom Ritson y publicada en Unsplash.

 

07.17_ La hora final

Para entonces el desconcierto global ya rozaba la incredulidad. ¿Cómo había sido posible que, en menos de cuarenta y ocho horas, una acción de apoyo cibernético a unas revueltas civiles hubiese escalado hasta dejar al mundo al borde de un conflicto nuclear?

La madrugada del dos al tres de julio nadie durmió. La mayoría de los usuarios de las REC la pasaron conectados, viviendo la evolución del conflicto desde las ágoras.

La ONU creó un grupo de mediadores que se desplazaron a la zona, al tiempo que llegaban rumores de nuevas acciones hacktivistas perpetradas desde Ágora.

Los informáticos afines al movimiento iniciaron una batalla interna contra los hacktivistas, pero estos juraron que no eran responsables. Según parece, algunos de los cibercomandos que les estaban dando apoyo ni siquiera pertenecían a una nación en concreto y, por lo tanto, no habían detenido sus acciones cuando los gobiernos lo exigieron.

Durante las horas siguientes, mientras el grupo de mediadores de la ONU intentaba paliar la situación, hacktivisas y ciberactivistas coordinaron sus fuerzas para deshacerse de los infiltrados.

El Secretario de Estado de Estados Unidos se ofreció a intervenir en las gestiones diplomáticas, pero fue rechazado.

Lo que no se hizo público hasta mucho después fue que, al tiempo que los mediadores hacían su trabajo, la escalada militar seguía en aumento.

 

07.18_ El Incidente de 2024

Y entonces sucedió lo impensable. A las dieciséis horas y treinta y ocho minutos (hora de Europa central) del domingo tres de julio de 2024 comenzó un intercambio de misiles entre Irán e Israel.

¿Qué ocurrió exactamente? ¿Cómo se llegó hasta ese punto?

La explicación fue calcinada en el conflicto. Ni siquiera se sabe con certeza quién atacó primero. China dijo que Israel, Estados Unidos que Irán, Rusia que Israel, Inglaterra que Irán… A estas alturas no creo que importe.

Resulta desolador que apenas sepamos nada del «Incidente», como se lo terminó llamando. Sin lugar a dudas, ha sido el evento más importante de nuestro siglo: todo lo ocurrido a partir de entonces no podría entenderse sin ese intercambio de misiles; sin ese momento de suprema estupidez.

En lo personal (y aquí, a falta de pruebas, solo puedo dar mi opinión) no me cabe duda de que fueron los cibercomandos de las distintas potencias los que nos condujeron a la crisis del dos de julio. Sin embargo, entender qué ocurrió el último día resulta mucho más complejo. ¿Quiénes se infiltraron en las REC? Si es que hubo infiltrados. ¿Y por qué lo hicieron?

La única respuesta plausible, al menos para mí, radica en algo que dije más arriba.

En apenas cinco años, las REC habían transformado las estructuras del poder global, habían pateado el tablero… Así que la única explicación que se me ocurre para el Incidente de 2024 es que algún otro jugador (uno que no estaba demasiado conforme con la nueva disposición de las piezas) decidiera que lo mejor para él era volver a patearlo.

 

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Ágora, imagen aérea, 3 de julio de 2024. El incidente se había producido hacía seis horas, pero las REC, tanto en Europa como en América, aún no habían comprendido cuáles serían sus efectos. Fotografía realizada por Pawel Nolbert y publicada en Unsplash.

 

 

NOTA: La imagen de portada fue tomada en Ágora y muestra a un hacktivista analizando los efectos de un ciberataque, agosto de 2023. Fotografía realizada por Drew Graham y publicada en Unsplash.

 

 

 

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